Es por todos conocido el hecho ampliamente estudiado de que, con el paso del tiempo, el rostro envejece a distintos niveles: por un lado, se da una pérdida de elasticidad de la piel y de firmeza de la arquitectura de los tejidos blandos(1-3), por otro lado, el volumen de grasa facial disminuye y los compartimentos grasos pierden firmeza(5-9) al tiempo que los ligamentos se estiran y se debilitan(5-7) y la estructura ósea se deteriora(10).